Esta es mi segunda vez participando en el Blogger Traveller y allá voy, con el tema que Paty a elegido para este mes, a ver qué tal se me da.
Blogger Traveller Noviembre: Lugar con Historia
Yo hoy os vengo a enseñar La Fuente del Caño.
Según consta en el archivo histórico del Ayuntamiento de Torrelodones, en el último tercio del siglo XVI las autoridades municipales decidieron sustituir la vieja fuente del pueblo por otra más artística, para hacer más agradable la estancia del rey Felipe II. El monarca pernoctaba con frecuencia en la localidad en sus desplazamientos desde Madrid hasta el Monasterio de El Escorial.
El proyecto corrió a cargo de Gaspar Rodríguez, ayudado por Juan Aguado, maestro de albañilería que había trabajado en la construcción del citado monasterio. No hay referencias sobre las fechas exactas de las obras, aunque se sabe que la fuente ya estaba finalizada en el año 1591.
Está realizada enteramente en piedra de granito, tallada en sillares regulares. Presenta cuerpo rectangular, coronado por un frontón, con moldura saliente y rematado en sus vértices por tres bolas, elemento decorativo muy utilizado en la arquitectura rural guadarrameña.
Los ornamentos son escasos y se limitan a la presencia en el frontispicio de un escudo de la Casa Ducal del Infantado y del Condado del Real de Manzanares, al que pertenecía el pueblo; y a diversos juegos geométricos labrados sobre la piedra.
El conjunto se completa con un pilón rectangular, alimentado por dos caños. En 198, la fuente fue trasladada de lugar, para ocupar el centro de una rotonda urbana, bautizada como Plaza de El Caño. Al mismo tiempo, le fueron añadidas dos extensiones laterales semicirculares, diseñadas por el pintor Manuel López-Villaseñor, en las que, a modo de exedra, se dispusieron asientos.
Y hasta ahí la historia historia, pero, esta fuente tiene que tener miles de historias, mujeres llendo a lavar y contándose sus cosas del día a día, peregrinos haciendo un alto en el camino para beber, parejas que quedaban allí clandestinamente para verse, algún beso entregado o robado allí, madres dándole la merienda a sus hijos, fiestas del pueblo y allí colocaban la cucaña y los jóvenes acabando en el pilón, … lo dicho, miles de historias.
Yo os vengo a contar la mía, sería febrero del 2013, más o menos, mi terremoto recién había aprendido a andar, y estaba nevando, a mi me fascina la nieve, soy como una niña, miraba por la ventana, para ver si cuajaba, pero que nada, no había manera, y dejó de nevar, ohhhhhh, no la iba a poder bajar a verla, pero echándo un vistazo más amplio, veo que en la fuente, que está al ladito de mi casa, entre la tierra que tiene en el centro, y la vegetación de los laterales, era en el único sitio que había cuajado.
Está realizada enteramente en piedra de granito, tallada en sillares regulares. Presenta cuerpo rectangular, coronado por un frontón, con moldura saliente y rematado en sus vértices por tres bolas, elemento decorativo muy utilizado en la arquitectura rural guadarrameña.
Los ornamentos son escasos y se limitan a la presencia en el frontispicio de un escudo de la Casa Ducal del Infantado y del Condado del Real de Manzanares, al que pertenecía el pueblo; y a diversos juegos geométricos labrados sobre la piedra.
El conjunto se completa con un pilón rectangular, alimentado por dos caños. En 198, la fuente fue trasladada de lugar, para ocupar el centro de una rotonda urbana, bautizada como Plaza de El Caño. Al mismo tiempo, le fueron añadidas dos extensiones laterales semicirculares, diseñadas por el pintor Manuel López-Villaseñor, en las que, a modo de exedra, se dispusieron asientos.
Y hasta ahí la historia historia, pero, esta fuente tiene que tener miles de historias, mujeres llendo a lavar y contándose sus cosas del día a día, peregrinos haciendo un alto en el camino para beber, parejas que quedaban allí clandestinamente para verse, algún beso entregado o robado allí, madres dándole la merienda a sus hijos, fiestas del pueblo y allí colocaban la cucaña y los jóvenes acabando en el pilón, … lo dicho, miles de historias.
Yo os vengo a contar la mía, sería febrero del 2013, más o menos, mi terremoto recién había aprendido a andar, y estaba nevando, a mi me fascina la nieve, soy como una niña, miraba por la ventana, para ver si cuajaba, pero que nada, no había manera, y dejó de nevar, ohhhhhh, no la iba a poder bajar a verla, pero echándo un vistazo más amplio, veo que en la fuente, que está al ladito de mi casa, entre la tierra que tiene en el centro, y la vegetación de los laterales, era en el único sitio que había cuajado.
Como es un sitio que está totalmente resguardado del tráfico, ni corta ni perezosa, la abrigué muchísimo, ella era muy pequeña y no quería tampoco que se pusiera malita, y la bajé a la calle, me miraba raro por llevarla andando, siempre iba en el cochecito y aquello era nuevo para ella, pero yo quería que no tuviera ninguna limitación cuando la viera, quería ver su reacción completa.
Cuando llegamos y lo vio todo blanco, no sabía qué hacer, lo miraba fascinada, y de vuelta a mi, como si su madre se lo hubiera preparado como sorpresa. Su sonrisa, sus juegos, pues la dejé tocarla, jugar, correr, es más, hasta le tiré alguna bola, jejejeje, es lo más hermoso que me ha pasado nunca.
La primera vez que mi terremoto vio la nieve, yo la llevé allí, y esa historia, para mi, es la más bonita de la fuente, de lo que me arrepentiré toda la vida es, que como estaba tan emocionada jugando con ella, no se me ocurrió hacerle ninguna foto, y ahora sería una de las que hubiera puesto en su álbum de recuerdos bonitos.
Bueno mundo, espero que os haya gustado. Besitos y ... nos vemos en la blogosfera.
Bueno, aunque no tienes fotos si tienes el recuerdo, gracias por enseñarnos la historia de La Fuente del Caño, un beso
ResponderEliminarDe nada, me alegro que te haya gustado. Bsitos.
EliminarQue bonita historia con tu peque! :)
ResponderEliminarBesitos ^^,
Muchas gracias Marta.
EliminarBsitos.
gracias por compartir ambas historias :)
ResponderEliminarGracias a ti por pasarte por aquí y leerlas.
EliminarBsitos